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La era de la austeridad (Parte I) (página 2)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4

El presidente enviará a las cámaras un presupuesto federal de 3,8 billones de dólares. Obama sigue empeñado en medidas de estímulo económico para salir de la crisis. La principal preocupación en Estados Unidos actualmente son las alarmantes cifras de desempleo, que ha superado la barrera psicológica del 10% por vez primera desde 1983.

Gasto en Defensa, empleo y sanidad

Casi la mitad de los parados norteamericanos han engrosado las listas del desempleo en los últimos dos años, en los que se han destruido siete millones de puestos de trabajo. Obama va a destinar a ayudas a la contratación cerca de 100.000 millones de dólares, que se suman a los 800.000 millones que el Estado dedicó en 2009 para paliar el desempleo. Sin efecto alguno, tal y como se ha podido comprobar.

El paquete de incentivos al empleo que pretende sacar adelante Obama incluye una ayuda de 5.000 dólares por empleado contratado a las pequeñas empresas. Este programa tiene una dotación de 33.000 millones de dólares, que saldrán íntegramente del Gobierno federal.

Algo menos, 25.000 millones de dólares, irán destinados a los estados para que financien los gastos del programa de asistencia Medicaid, destinado a la gente de bajos recursos.

La parte del león se la lleva el gasto militar. Para 2010 Estados Unidos dedicará 708.000 millones de dólares en sufragar los cuantiosos gastos de sus Fuerzas Armadas. 161.000 millones se irán directos a las guerras de Irak y Afganistán de donde, a pesar de las promesas electorales del entonces candidato Obama, los soldados norteamericanos no van a retirarse. En términos relativos, el presupuesto de defensa básica crece un 1,8%, mientras que el departamento de seguridad interna (Homeland security) crece un 2%.

Subida de Impuestos

Un ritmo de gasto semejante precisa de mucha gasolina fiscal. Las bajada de impuestos que George Bush aplicó a las rentas superiores a 250.000 dólares (170.000 euros) se acaba y, según Obama, eso reportará a las arcas estatales 678.000 millones frescos. Una nueva tasa que gravará a las firmas financieras conseguirá arrancar otros 90.000 millones, y la eliminación de las reducciones fiscales a la industria del carbón y el petróleo otros 40.000 millones más.

Congelación de gastos

A cambio, y para cubrir esa riada de dinero público que va a derramarse sobre la economía en ese año (2010), la administración propone congelar el gasto durante los tres próximos años en algunos programas gubernamentales. Esto le ahorrará al Estado 15.000 millones de dólares durante este año.

Una miseria en comparación con el creciente capítulo de gasto. En 2009 el gasto no militar ascendió un 5%, este año lo hará un 7%. Eso sin incluir los paquetes de estímulo. Incluyéndolos el incremento de gasto se iría al 17% este año y un 11% el año pasado.

El gasto público en Estados Unidos se ha duplicado en sólo nueve años. De los 1,8 billones que se gastaron en 2001 a los 3,8 que muy probablemente se gastarán en este ejercicio fiscal.

Más déficit

Con la propuesta de gasto en la mano, la administración Obama espera llevar el déficit público hasta los 1.6 billones de dólares, complicando aún más la pesada carga de la deuda soberana, que supera ya los 12 billones de dólares, es decir, el 90% del PIB, una cifra histórica sobrepasada sólo durante la 2ª Guerra Mundial.

El plan de Obama es empezar a reducir déficit a partir de 2011, cuando espera dejarlo en "sólo" 1,3 billones, que irán a engrosar la abultada deuda pública estadounidense, la mayor del planeta.

La Casa Blanca prevé un déficit para el año fiscal 2011 de US$ 1,267 billones

Estados Unidos registrará un déficit presupuestario de US$ 1,267 billones (millones de millones) en el año fiscal 2011, señaló el lunes la Casa Blanca, en un presupuesto de US$ 3,834 billones que busca alcanzar un equilibrio entre fomentar la creación de empleo en el corto plazo y hacer frente a los problemas fiscales de la nación durante la próxima década. (The Wall Street Journal – 1/2/10)

La solicitud de presupuesto del gobierno de Obama, contempla una reducción del déficit de US$ 1,2 billones durante los próximos 10 años, en gran parte a través de la aplicación de un impuesto a los grandes bancos, la eliminación de preferencias tributarias para las empresas de petróleo, gas y carbón, un congelamiento de tres años al gasto discrecional no relacionado con la seguridad y el término de reducciones de impuestos para las familias más ricas que datan del Gobierno de Bush.

En el actual año fiscal, que culmina en septiembre, la Casa Blanca proyecta un déficit presupuestario de US$ 1,556 billones, lo que equivale al 10,6% del producto interno bruto. Esa cifra es levemente mayor que el déficit de US$ 1,502 billones que el Gobierno estimó en agosto para el año fiscal 2010. En el año fiscal 2009, el déficit fue de US$1,413 billones, o un 9,9% del PIB.

El próximo año, el déficit de US$ 1,267 billones sería equivalente al 8,3% del PIB, nivel que la Casa Blanca prevé declinará gradualmente al 3,9% para el año fiscal 2014. El déficit no disminuirá hacia la meta del presidente Barack Obama del 3% del PIB para fines de su mandato, pero cumpliría otra meta de reducir a la mitad la brecha que existía cuando Obama asumió la presidencia.

Se prevé que el déficit se reducirá a US$ 706.000 millones en 2014 antes de comenzar a crecer nuevamente para alcanzar los US$ 1,003 billones en el año fiscal 2020. En los próximos 10 años, el déficit sumaría un total de US$ 8,532 billones.

La deuda en los países del G-20 (según el FMI)

El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que para el año 2014 el nivel de Deuda Pública de las economías avanzadas del G-20 alcanzará el 118% del Producto Interior Bruto (PIB) combinado de todas ellas. En 2007, justo antes de la crisis, el nivel se situaba en el 78,2%. Se estima que un nivel sostenible a largo plazo debería rondar el 60% del PIB. Para llegar a dicha tasa, serán necesarios ajustes considerables en las distintas economías, tanto en los ingresos como en los gastos.

De los países del G-20, el que presenta una mayor tasa de Deuda Pública es Japón, situándose en las cercanías del 200% del PIB. Pese a recibir recientemente un aviso de las agencias de calificación (Agencias de Rating) en forma de peor perspectiva futura, no ha causado ninguna oscilación significativa en los mercados financieros. La principal justificación de la ausencia de repercusión en los distintos mercados financieros radica en que la práctica totalidad de su deuda se financia con ahorro interno. No depende de los inversores extranjeros.

Grecia, sin ser uno de los miembros del G-20, representando menos del 3% del PIB de la Unión Europea y con una Deuda Pública sobre el PIB del 112%, sí está provocando enormes turbulencias en los mercados financieros. Pese a su escaso peso en Europa, su evolución se toma como una prueba de fuego sobre lo que pueda ocurrir en la zona euro con otras naciones, entre ellas Portugal, Irlanda y, sobre todo, España.

Tras las últimas elecciones griegas, el gobierno entrante informó a Bruselas que el déficit público de 2009 alcanzaría el 12,7%, más del doble de lo comunicado por el gobierno saliente. Teniendo en cuenta que el nivel de Deuda Pública se ha situado ya en el 112% del PIB y que el déficit por cuenta corriente alcanza el 8,8% (implica que ha de financiar en el exterior dicho déficit, al no ser suficiente el ahorro interno), los mercados han comenzado a dudar de la sostenibilidad de las finanzas griegas.

El gobierno griego ha presentado un plan para reducir su déficit desde el 13% al 3% en tres años. Los mercados han castigo la falta de credibilidad del mismo, obligando a la UE al gobierno heleno a presentar otro plan más concreto y creíble.

¿Una tragedia griega o una tempestad en un vaso de agua?

Para algunos, los temores del mercado de bonos que afligen a Grecia y otros países europeos brindan un motivo real para preocuparse. Sostienen que mientras los problemas de deuda ahora parecen contenidos, puede extenderse con facilidad. Grecia es sólo una de muchas economías -incluida la de EEUU- que soportan fuertes cargas de deuda como legado de la crisis financiera.

Incluso si los problemas de deuda soberana en países de la zona euro no causan un contagio global a gran escala, los pesimistas afirman que de todos modos el resultado probablemente serán costos más altos para los préstamos en Europa. Esto le restaría bríos a la recuperación económica tanto en el continente como en el resto del mundo.

Grecia "es un llamado de atención", afirma Henry McVey, director de macroeconomía y asignación global de activos en Morgan Stanley Investment Management. Ahora que las instituciones financieras han reducido sus deudas, "los inversionistas se concentran en qué gobiernos están sobreapalancados", señala. (The Wall Street Journal – 8/2/10)

Independientemente de si la reacción a Grecia se justifica, el revuelo de principios de febrero de 2010 refleja la naturaleza tenue del sentimiento alcista del mercado bursátil. Los inversionistas empezaron este año en general con optimismo, según las expectativas de una recuperación global "equilibrada" en la que el crecimiento mejoraría, pero a un ritmo lento que permitiría que las tasas de interés se mantuvieran bajas.

El primer problema surgió a mediados de enero, cuando China se movió con mayor rapidez que lo previsto para restringir los préstamos bancarios. En febrero, la crisis de deuda en Europa, que se viene gestando desde hace tiempo, dificulta aún más el proceso.

"Lo que hace un par de semanas parecía un escenario perfecto de recuperación económica ha desaparecido", escribieron analistas de divisas de BNP Paribas.

La primera semana de febrero (2010), los inversionistas se apresuraron a volver a deshacerse de activos de riesgo, incluyendo materias primas y bonos corporativos. En tanto, el dólar se fortaleció a medida que los inversionistas abandonaban el euro. Para muchos inversionistas, el destino elegido fueron los bonos del Tesoro estadounidense.

Hay una amplia gama de temores, desde una simple desaceleración económica hasta escenarios más extremos como una nueva crisis de crédito en Europa en momentos en que los bancos afrontan pérdidas ligadas a su exposición a la deuda gubernamental, o un retiro de países como Grecia de la Unión Europea. El mayor temor es el contagio, que los problemas de las economías atribuladas se diseminen a medida que los inversionistas se apresuran a vender sus inversiones en mercados aún saludables más accesibles para compensar pérdidas en lugares como Grecia.

La caída en los mercados financieros mundiales ha intensificado las dudas de los inversionistas sobre los bancos que podrían tener exposición a la deuda de las economías europeas en apuros.

La preocupación es que las instituciones financieras, en especial las de Europa, enfrenten una nueva ronda de problemas debido a su exposición a la deuda soberana de Grecia, Portugal, España, Irlanda y otras economías con un mayor riesgo de declararse en cesación de pagos. Eso podría frenar una recuperación incipiente en un sector que tal vez no está preparado para afrontar una nueva crisis.

Buena parte de la deuda que desvela a los inversionistas estaría en las manos de las entidades locales de cada país, aunque hay indicios de que los bancos europeos podrían tener parte de estos activos. Incluso si los bancos no poseyeran montos importantes de deuda soberana, hay dudas sobre la exposición a los mercados en problemas de sus carteras de crédito. "Los efectos de esto son negativos", manifestó Jon Peace, analista de Nomura en Londres. Peace, por ejemplo, redujo su recomendación del banco español BBVA debido a su exposición a la deuda soberana de España.

Según cifras del Banco Internacional de Pagos, los bancos franceses y suizos tienen una exposición de US$ 75.500 millones y US$ 64.000 millones a Grecia, respectivamente. Los bancos británicos, en tanto, tienen una exposición de US$ 193.000 millones a Irlanda y los alemanes tienen una exposición de US$ 240.000 millones a España.

Contagio financiero

El domingo 7 de febrero (2010), los ministros de Finanzas del grupo de las siete economías más industrializadas del mundo (G-7), trataron de disipar las dudas sobre la deuda griega en medio de los temores de que los problemas se diseminen a otros miembros de la zona euro.

Timothy Geithner, el secretario estadounidense del Tesoro, señaló que los países europeos y el G-7 manejarían la situación de Grecia con extremo cuidado. Otros asistentes al encuentro realizado en una remota localidad de Canadá subrayaron que, al ser un país relativamente pequeño, Grecia no constituía una gran amenaza al sistema financiero global.

Los mercados, no obstante, parecen concentrados en las repercusiones más allá de Atenas. "Nadie está tan preocupado por Grecia, sino por el contagio potencial", afirma Axel Merk, presidente y director de inversión de Merk Mutual Funds.

Lo que más preocupa a las autoridades europeas es que las dudas de los mercados se traspasen desde los países altamente endeudados, como Portugal, Grecia, Irlanda y España, a los miembros de la zona euro con finanzas más sólidas. Los bonos de Bélgica y Austria ya se vieron presionados en la primera semana de febrero.

"Los trastornos en Grecia han reducido la liquidez del mercado", indicó Mohamed El-Erian, presidente ejecutivo de la firma estadounidense de renta fija Pacific Investment Management Corp. "Como resultado, las economías vecinas se han convertido en coberturas parciales para exposiciones que no se pueden cubrir directa y totalmente".

Países como Bélgica, Austria y Francia, en todo caso, deberían ser capaces de sortear un asalto contra sus bonos pese a su alto endeudamiento porque no dependen de los inversionistas extranjeros para financiar sus déficits, señala Sebastien Galy, estratega cambiario de BNP Paribas en Nueva York.

La transmisión de presiones especulativas desde un país, banco o moneda a otro, un fenómeno conocido como "contagio financiero", ha sido el motor de algunas de las peores crisis financieras de los últimos años. A menudo, la presión se traspasa de un grupo de activos financieros a otros a medida que los inversionistas reaccionan a las pérdidas al liquidar otros activos en su portafolio.

Durante la crisis asiática de 1997, que partió con la devaluación de la moneda tailandesa, una serie de países con importantes déficits en cuenta corriente se vieron afectados. Esto es lo que parece ocurrir ahora con la zona euro, señala Ricardo Hausmann, profesor de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard y ex ministro de Planificación de Venezuela.

Deuda soberana sin freno

La mayor recesión de la posguerra se ha cebado con las cuentas públicas europeas. La caída de la recaudación asociada al deterioro económico, el coste de las prestaciones por el creciente desempleo y los ingentes programas de gasto para contener la caída, han llevado a una situación cercana a la emergencia en un buen número de países. Las cuentas cerradas de 2009 arrojan en la mayoría de los casos niveles récord de déficit presupuestario. Son especialmente sonados los casos de Grecia, España e Irlanda, con desfases superiores al 11% del PIB, que, entre otros factores, les han llevado al foco de los ataques de los mercados. Pero igualmente lacerante es el 12,6% que sufre Reino Unido, otrora guardián de la estabilidad. Con esas referencias, el descuadre de Francia (7,9%) parece casi una situación desahogada, pero refleja un deterioro financiero preocupante.

La Comisión Europea se ha mostrado comprensiva con lo extraordinario de la situación y ha extendido hasta 2013 el plazo máximo para regresar al umbral del 3% del PIB que marca el Plan de Estabilidad y Crecimiento. Conscientes de las consecuencias financieras asociadas a la falta de credibilidad (extremo en el que Grecia ofrece un triste ejemplo), los Gobiernos europeos se han apresurado a presentar severos programas de ajuste encaminados a volver a la ortodoxia marcada por Maastricht.

EEUU difiere el ajuste a 2011

Tampoco la primera potencia del planeta se librará de un plan de ajuste severo, aunque la Administración Obama apurará todavía este año los impulsos presupuestarios. El objetivo: apuntalar la recuperación económica de un país en el que el paro se ha doblado desde el inicio de la crisis y ya ronda el 10% de la población activa.

El proyecto de presupuestos para el año fiscal que comienza en octubre, presentado la semana pasada, incluye un incremento del gasto público del 5,7%, hasta alcanzar los 2,7 billones de euros. Por su parte, el déficit presupuestado alcanzaría el nivel récord del 10,6% del PIB. Obama pretende recortar esa cifra hasta el 4% en 2013, mediante la eliminación de programas de gasto público obsoletos y por la mayor recaudación esperada de la recuperación económica. De momento, la prioridad es el paro.

Cincuenta Grecias

Es probable que en la Roma de Nueva York, en la Atenas de Georgia y en el Madrid de Iowa no reine la sensación de crisis presupuestaria que últimamente domina a sus homónimas europeas, pero los estados y los municipios de EEUU podrían acabar teniendo problemas igualmente graves. (Financial Times – 11/2/10)

Al igual que los miembros de la eurozona, los estados de EEUU no tienen la posibilidad de devaluar su moneda y tienen que hacer un esfuerzo por mantener buenas relaciones con los sindicatos del sector público, por un lado, y con a los airados contribuyentes, por otro.

Y, al igual que los que ponían en entredicho el futuro del euro prestaron demasiada atención a la evolución de sus centros financieros sin percatarse de las debilidades de la periferia, los problemas presupuestarios de los 50 estados de EEUU y de sus 52.000 ciudades suelen pasar desapercibidos. Aunque no han despilfarrado al mismo ritmo que algunas economías del sur de Europa, los estados de EEUU gastaron a su antojo antes de la recesión.

En las tres décadas anteriores a 2008, el gasto creció a una media anual del 6,7%, muy por encima de la inflación. Incluso después de recortar aproximadamente 256.000 millones de dólares de sus presupuestos entre 2009 y 2011, varios estados registran brechas importantes. Pero el problema no queda ahí, ya que los expertos han detectado además déficit en los sistemas de pensiones que ascienden a los 3 billones de dólares, cifra que duplica su gasto anual.

Al igual que en Europa existe la "cláusula de no rescate", en EEUU hablar de una intervención federal es tabú, aunque los estados dependan de Washington. El presupuesto federal de 2011 contempla 646.000 millones de dólares de subvenciones estatales, y 85.000 millones de dólares más para el programa sanitario Medicare.

Los mercados de deuda locales también se benefician de una exención fiscal. Pero pronto se retirarán los estímulos adicionales que han cubierto los déficits, dejando unos agujeros presupuestarios que podrían inducir a las ciudades a acogerse al Capítulo 9 de la Ley de Quiebras.

Ante la libertad de las empresas y los residentes para trasladarse a cualquier otro estado, existe un límite para los recortes de servicios o las subidas de impuestos antes de que esta opción gane atractivo. Hace poco (enero 2010), Timothy Geithner, el secretario del Tesoro estadounidense, se tomó a risa la posibilidad de que EEUU perdiera su rating AAA, pero la mayoría de sus estados ya lo han hecho, y algunos podrían encontrarse pronto en situación de impago.

El "Circulo de Fuego" de Pimco – Japón, Francia, Reino Unido, EEUU y PIIGS, los más vulnerables (Libertad Digital – 13/2/10)

Lectura recomendada

Pimco, el mayor gestor de fondos soberanos, cree que hay que tener "cuidado" con los países del "Círculo de Fuego". A saber, Japón, Italia, Grecia, Francia, EEUU, Reino Unido, Irlanda y España. Su abultada deuda pública y privada reducirá su crecimiento potencial. Son "los más vulnerables en 2010".

(Por M. Llamas)

"¡Cuidado con el Círculo de Fuego!". Ésta es la advertencia que lanza a sus clientes Bill Gross, director ejecutivo de PIMCO, el mayor gestor de fondos soberanos del mundo, en su carta de febrero dirigida a los inversores. Gross señala que la recuperación económica será muy distinta, según los países. Son varias las alertas que lanza el prestigioso inversor de bonos.

En primer lugar, prevé un alto crecimiento económico durante los próximos años en los países emergentes, mientras que algunas de las economías más desarrolladas del mundo se enfrentan a un período de exiguo crecimiento potencial.

En concreto, PIMCO recomienda no invertir en las potencias que incluye su particular "Círculo de Fuego", por el siguiente orden: Japón, Italia, Grecia, Francia, EEUU, Reino Unido, Irlanda y España. Es decir, potencias del G-20 más los conocidos PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), a excepción de Portugal que no aparece en el "Círculo" debido a su escaso tamaño.

Y ello, debido al espectacular aumento de los desequilibrios fiscales que presentan estos países así como al todavía abultado apalancamiento de sus economías.

Ha habido numerosas bolas con efecto y bolas curvas en los mercados financieros durante los últimos 15 meses aproximadamente (…) Ahora que se ha impartido una apariencia de estabilidad a la economía y a sus mercados, están en marcha el intento de desintoxicación y el desapalancamiento del sector privado.

Habiendo sobrevivido gracias a una dosis constante por parte del gobierno de dos billones de dólares o más (…), algunos esperan que el sector privado global se desintoxique y vuelva a su agenda cíclica normal donde los instintos y la disposición a tomar riesgos tomen la delantera y el centro. Sin embargo, hay un problema.

Mientras que las corporaciones quizás avancen en esa dirección debido a las curvas de rendimiento en picado y a los cheques extendidos por el gobierno para parcialmente sus balances generales, sus clientes (los consumidores) permanecen totalmente apalancados y descapitalizados, con poca esperanza de escapar mientras el desempleo permanezca en tasas del 10-20% en todo el mundo.

En su análisis, señala que vale la pena los ejemplos históricos donde, tras el estallido de una crisis financiera, confluyen el "desapalancamiento" y la "reregulación". Para ello, toma como referencia "dos excelentes estudios".

Por un lado, un estudio de ocho siglos de crisis financieras de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff titulado "This Time is Different" (Esta Vez es Diferente), y el informe del McKinsey Global Institute sobre "Debt and deleveraging: The global credit bubble and its economic consequences" (La deuda y el desapalancamiento: La burbuja del crédito global y sus consecuencias económicas).

De ambos se pueden extraer conclusiones valiosas, según Gross:

1) El verdadero legado de las crisis bancarias es un mayor endeudamiento público, mucho mayor que el coste de los paquetes de rescate iniciales. En promedio, la deuda pendiente de pago de un país casi se duplica en los tres años siguientes a la crisis.

2) Las secuelas de las crisis bancarias están asociadas con un incremento medio de siete puntos porcentuales en el desempleo, que se mantiene elevado durante cinco años.

3) Una vez que la deuda pública de un país excede el 90% del PIB, la tasa de crecimiento económico disminuye en un 1%.

El gestor de PIMCO señala que "a las crisis bancarias les sigue un desapalancamiento del sector privado" gracias a la sustitución de la deuda privada por una creciente deuda pública. ¿Problema? El mayor peso del Estado disminuye a su vez el crecimiento económico y, como resultado, "bajan las rentabilidades de las inversiones y los activos financieros".

Los países más vulnerables en 2010 se muestran en el gráfico de PIMCO "El Círculo de Fuego". Los países de la zona roja tienen el potencial de que su deuda pública supere el 90% del PIB en el plazo de unos pocos años, lo que ralentizaría el crecimiento del PIB en un 1% o más. Las áreas amarilla y verde se consideran las más conservadoras y potencialmente más solventes, con un mayor crecimiento potencial.

Otro estudio diferente realizado por el Grupo McKinsey analiza el apalancamiento actual en la economía total (la deuda doméstica, la corporativa y la estatal) y revisa la historia para encontrar 32 ejemplos de desapalancamiento sostenido en el período posterior a una crisis financiera. Concluye lo siguiente:

1) Normalmente, el desapalancamiento comienza dos años después del inicio de la crisis (2008 en este caso) y dura unos seis a siete años.

2) En el 50% de los casos aproximadamente, el desapalancamiento provoca
un período prolongado de ajuste que ejerce un efecto negativo importante
sobre el crecimiento del PIB. En el resto, el desapalancamiento se traduce directamente
en default (quiebras) corporativos (empresas) y soberanos (países), o
bien en una inflación acelerada, todos anatemas para el inversor.

3) Las condiciones iniciales son importantes. El nivel bruto de deuda
pública y privada se muestra en el siguiente gráfico: ࠠ

Gross indica que la capacidad de un país de responder a una crisis financiera está relacionada con el "peso de su deuda existente", ya que marca "el futuro potencial de su financiación".

De ahí, precisamente, que "China, India, Brasil y otras economías en vías de desarrollo hayan salido mucho mejor paradas que los inquebrantables del G-7", destaca.

Y, en este sentido, los países desarrollados se
enfrentan a altos niveles de deuda pública en los próximos años,
tal y como revela el Fondo Monetario Internacional (FMI).

"¿Qué debe hacer entonces un inversor?"

Por todo ello, los inversores deberían tener en cuenta las siguientes recomendaciones, afirma Gross:

1) Los activos orientados al riesgo/crecimiento (como así también las divisas) deberían dirigirse hacia países asiáticos o en vías de desarrollo menos apalancados y menos propensos a crear burbujas.

"Cuando el precio sea adecuado, vaya hacia donde está el crecimiento, donde el sector de consumo aún está en pañales, donde los niveles de deuda nacional son bajos, donde las reservas son altas, y donde los superávit comerciales prometen generar reservas adicionales por varios años más". En definitiva, "busque una economía orientada al ahorro (…) China, India, Brasil y otros ejemplos serían excelentes ejemplos".

2) Los mercados de bonos de economías desarrolladas presenta aspectos interesantes que merecen ser observados: Japón con su envejecimiento demográfico y su necesidad de financiación externa; EEUU, con su gran déficit y sus programas de protección social en crecimiento; la Zona Euro con sus miembros dispares –Alemania el ahorrador extremo y eficiente productor, España y Grecia con su excesiva dependencia de las deudas-; "Reino Unido, con el más alto nivel de deuda y una economía orientada a las finanzas, expuesto, como Londres, a las largas y frías noches invernales del desapalancamiento".

Entre los países del G-20, a la hora de invertir en renta fija, Gross se decanta por Canadá, ya que su banca conservadora "nunca participó realmente de la crisis inmobiliaria y, además "ha permanecido más cerca del equilibrio fiscal que cualquier otro país". También destaca Alemania como "la alternativa soberana más segura y de mayor liquidez, aunque habrá que vigilar su liderazgo y la postura de la UE con respecto al rescate de Grecia e Irlanda".

Por último, el exitoso inversor advierte que es "obligatorio evitar Reino Unido. Una deuda elevada con el potencial de devaluar la moneda presenta un alto riesgo para el inversor de bonos. Además, sus tipos de interés ya están influenciados artificialmente por estándares contables que el año pasado produjeron tipos de interés reales a largo plazo de 0,5% y más bajos".

Ahora le toca a EEUU y Reino Unido

Los mercados financieros son un juego de espejos. Reflejan tanto las impurezas como el atractivo y el potencial de una economía, de su Gobierno, de sus gentes. El problema es que a veces los espejos deforman, distorsionan: los mercados llevan semanas mostrando las miserias de la eurozona, la crisis fiscal griega y su veloz contagio por el Mediterráneo, los agujeros institucionales de una Unión Monetaria desigual, las carencias del euro. Ese relato, convertido en la penúltima obsesión de las Bolsas y del mundillo económico, es el gran quebradero de cabeza de Bruselas, de Atenas, de Berlín y de Madrid. De toda Europa. Las cifras cuentan otra historia interesante que apenas sale en la imagen: atendiendo sólo a los números -nada menos que a los números-, la situación fiscal de EEUU y de Reino Unido es tan mala como la de Europa. O peor. Hasta el punto de que alguna casa de análisis busca la forma de incluir las iniciales de Estados Unidos y Reino Unido en el acrónimo PIGS (cerdos, en inglés), que en tono despectivo se usa para ilustrar los problemas fiscales de Portugal, Irlanda (o Italia, tanto monta), Grecia y España.

"El perfil de la deuda británica y estadounidense es tremendo, insostenible. El mercado ha puesto el foco en Grecia y por extensión en la eurozona, pero California y otros lugares de EEUU están como Grecia. Tal vez eso acabe siendo una ventaja para Europa, que parece iniciar el camino de una inusual disciplina fiscal: ¿EEUU necesita un susto así para enterarse del problema?", se pregunta Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland. (El País – 21/2/10)

Hay muchos indicadores de riesgo soberano, pero por encima de todos destacan el déficit y la deuda pública. Y en ambos casos las dos grandes potencias anglosajonas -así como Japón- presentan cifras tan sombrías como las de la eurozona en conjunto, y en algunos casos a la altura de los países más vulnerables del euro. "Voy a sorprenderles", desafiaba recientemente a la prensa (febrero 2010) el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, para establecer la comparación: el déficit de la UEM es del 6%, la mitad que en EEUU y Reino Unido, que presentan cifras similares a las de Grecia y superiores a las de España. La deuda europea no alcanza el 80% del PIB, en el entorno en el que se mueven la británica y la estadounidense. Y lo más importante: el perfil de la deuda de esos dos países a largo plazo es terrible, peor que el del bloque europeo en conjunto, según las proyecciones del prestigioso Banco Internacional de Pagos de Basilea, una especie de banco central de bancos centrales.

Los mercados calibran también otros datos, aparentemente menos trascendentales pero capaces de tumbar países. Varios miembros de la eurozona están peor que EEUU y Reino Unido en los seguros de impago de la deuda. En otros indicadores, como la rentabilidad de la deuda, hay nubes y claros: los países sureños de Europa han recibido un severo castigo, y sin embargo el rendimiento medio de los bonos de la eurozona evoluciona mejor que el de los norteamericanos.

Los datos son importantes; a veces demasiado. Pero ni siquiera para los mercados las matemáticas lo explican todo: "Londres y Washington tienen un historial de credibilidad intachable y un banco central poderoso, dispuesto a barrer a quien apueste en su contra. Y los mercados conocen esas armas de disuasión, la vertiente política de la situación fiscal", declara Luis Garicano, de la London School of Economics. "Sobre el papel, la situación de la zona euro no es peor que la de otros grandes. El problema es el riesgo político: poca gente duda de que, llegado el momento, EEUU tomará medidas para mantener la solvencia: recortar gasto, subir impuestos. Sobre Europa, en especial sobre algunos países, hay cada vez más dudas", abunda Jesús Fernández-Villaverde, de la Universidad de Pensilvania.

Los mercados son así: se obcecan con una historia. "Muchas, si no todas las crisis, se basan en profecías autocumplidas a causa de esa vena obsesiva: los ataques sobre el sistema monetario europeo en 1993, México en 1995, Corea en 1998. Y ahora otra vez. ¿Por qué Grecia y por qué ahora si la deuda griega es la mitad que la de Japón y sólo algo superior a la británica? La respuesta es esa obsesión, que puede rendir grandes beneficios a unos pocos y es un auténtico problema para el que no hay solución conocida", dice Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra.

La situación actual está preñada de paradojas. Los mercados examinan a los Gobiernos y prácticamente dictan las políticas fiscales, cuando fue la crisis financiera desatada por los propios mercados la que obligó a los Ejecutivos a intervenir masivamente, a embalsar enormes déficits para evitar una debacle, como reivindicó Barack Obama hace unos meses en pleno Wall Street. Y como advirtió Nicolas Sarkozy en Davos en enero, y hasta José Luis Rodríguez Zapatero en Londres el pasado 19 de febrero. Aún así no hay más remedio que volver a la disciplina fiscal ante la amenaza de incendio en las Bolsas, aunque sólo sea con promesas: "Aunque ésta sea una crisis fiscal artificiosa, casi inventada, los mercados obligan a tener una estrategia de salida; de lo contrario, acabarán atacando. Pero es que además en la mayoría de los casos es mejor anunciar los planes y dejarlos para más adelante, ante el peligro de truncar la recuperación", explica Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters.

Tanta contradicción deja la salida de la crisis cubierta de niebla. En Londres, 60 economistas (encabezados por el Nobel Joseph Stiglitz) respaldan la política del Gobierno laborista, partidario de no aplicar aún la dura medicina de las subidas de impuestos; pero una veintena de expertos reclama justo lo contrario. En EEUU no hay plan: Obama ha delegado en una comisión que aportará ideas ante la guerra abierta entre republicanos (en contra de las subidas fiscales y a favor de recortar gastos) y demócratas (partidarios de la receta contraria, grosso modo). "EEUU y Reino Unido deben anunciar ya sus planes para conseguir un perfil fiscal más amable, aunque no sea inmediatamente, para no quebrar la reactivación: uno nunca sabe cuándo va a llamar a su puerta el lobo", avisa Reinhart aludiendo a la posibilidad de un ataque especulativo como el sufrido por la eurozona.

Europa ha empezado a transitar por esa senda, aunque sea a base de sustos. "Los mercados han sido injustos; los anglosajones tienen los mismos problemas fiscales y nadie parece reparar en ello", admite un portavoz de la Comisión Europea. Pero a renglón seguido añade que sería "un error imperdonable" caer en la tentación de olvidar que Grecia "está en una situación de alto riesgo" y que la crisis fiscal "es el primer test fundamental" para el euro.

No hay economía sin política. Y ahora más que nunca no se hace política sin economía: los mercados ponen a prueba la idea del euro tras 10 años de vino y rosas. "Puede que haya cierta sobrerreacción y comportamiento rebaño, pero los mecanismos de decisión de la eurozona son más lentos que los de EEUU y las armas de las que dispone también son menores y se han probado poco o nada anteriormente. Además, las Bolsas consideran que las economías de EEUU y Reino Unido son más flexibles, y esa percepción no va a cambiar de un día para otro", sostiene Tomás Baliño, ex subdirector del FMI.

Las aguas parecen haberse calmado con la decisión de Bruselas de rescatar a Grecia si es necesario, pero la tormenta volverá a acechar tarde o temprano a los países más vulnerables o a los que no hagan los deberes fiscales. "En caso de crisis, el papel de un banco central propio es clave", explica el economista Daniel Gros. "Los bancos centrales anglosajones no van a dudar a la hora de imprimir billetes para salir del paso si ven acercarse una crisis fiscal", añade Paul de Grauwe, de la Universidad de Lovaina.

En el fondo, el euro siempre se vio con recelos desde la costa oeste del Atlántico, incluso desde el otro lado del canal de la Mancha. Martin Feldstein, de Harvard, llegó a afirmar poco antes de que la moneda única viera la luz que si el euro salía bien la UE se convertiría en un super-Estado e iría a la guerra con EEUU; y que si salía mal habría una guerra civil en Europa. No parece que la sangre vaya a llegar al río, aunque por el camino algunos inversores, algunos medios y las agencias de calificación -de marcada raíz anglosajona- se empeñen en reflejar en el espejo imperfecto de los mercados más impurezas en unos lugares que en otros.

EEUU no está a salvo del mal griego

Grecia es el canario en la mina de la deuda soberana, al que todo el mundo vigila, por si se asfixia. Pero sus males son comunes entre las economías desarrolladas. Estados Unidos no es una excepción. El déficit y la deuda están a niveles que no se veían desde la II Guerra Mundial. El presupuesto para 2011 puso el foco en la cantidad y en la manera en la que la mayor economía del mundo gasta, y en analizar de dónde llegan los 3,8 billones de dólares (2,8 billones de euros) que lo nutren. Para ese ejercicio -que arranca en octubre- el déficit se proyecta en 1,4 billones un (9,9% del PIB), por debajo del récord de 1,6 billones para 2010 (10,6% del PIB). El problema es que se mantendrá cercano al billón durante la próxima década y seguirá alimentando una deuda nacional que toca ya los 12,4 billones de dólares (85% del PIB).

La deuda estadounidense tocará el 110% del PIB en 2015. Por si no bastara, EEUU está altamente hipotecada con el exterior. Su deuda pública neta se cifra en unos 7,5 billones, equivalente al 53% del PIB. De esa cantidad, más de la mitad en manos extranjeras, con China como principal banquero, lo que le coloca en una posición de debilidad. "EEUU no es Grecia", señalan desde la Fundación Peter Peterson. Pero advierten de que "acabará teniendo los mismos problemas" si en los próximos dos años no se demuestra que puede controlar sus cuentas públicas. Los operadores de bonos en Chicago piden también que "no se tape" el problema. Si no, dicen, "habrá una crisis de confianza". La deuda, advierten desde el Cato Institute, "crece más que la economía". Analistas liberales y conservadores coinciden que elevar el gasto es necesario en tiempos de debilidad. Pero ¿cuánto más? Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, pone el techo en el 90% del PIB.

Warren Buffett también alza la voz de alarma. Más pronto que tarde, dice, habrá que hacer frente a los efectos de la enorme dosis de medicina monetaria suministrada a la economía. Le preocupa que si no se actúa, EEUU acabe perdiendo su reputación. "Tan pronto como la recuperación gane tracción, debe hacerse lo posible para mantener las obligaciones en línea con los recursos".

Moody's advirtió que EEUU puede perder la "triple A" si sus finanzas no mejoran, lo que disparará el coste de la deuda. Dicho de otra manera, el Gobierno no puede continuar gastando como si el déficit no tuviera consecuencias. Y le invita básicamente a hacer lo mismo que las familias: buscar ahorros para poder vivir con sus propios medios.

Si Washington afronta el reto, ¿debe recortar el gasto o elevar impuestos? Para los observadores, hay que distinguir los factores que están detrás del alza del déficit a corto plazo -las guerras en Irak y Afganistán- y el rescate económico.

El presidente Barack Obama es consciente del problema. La respuesta, sin embargo, puede tener un alto precio político en las legislativas de noviembre (2010). Para repartir responsabilidades, acaba de crear una comisión fiscal bipartidista que ofrezca soluciones. Pero la fuerte división ideológica en el Capitolio amenaza con complicar que se adopten medidas.

Europa se endeuda a un ritmo de 6.255 millones diarios

La bola de nieve de la deuda pública que se inició en 2008, principalmente tras la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, cuando la crisis financiera comenzó a tener un impacto demoledor sobre la economía, continuará creciendo este año.

Apenas transcurridos los primeros 36 días hábiles del año 2010 para salir a los mercados de capitales, los gobiernos europeos han emitido ya un importe récord de 306.000 millones de dólares (225.209 millones de euros), un 23,38% más que lo colocado en el arranque del año de 2009, según datos de Dealogic a 19 de febrero. Esto equivale a un montante de 6.255 millones de euros al día.

Los países que más han contribuido a elevar esta cifra son Francia, Alemania e Italia, por este orden, con operaciones por valor de 41.325, 37.184 y 33.014 millones de euros, respectivamente. España, sin embargo, ha colocado en lo que va de año 18.622 millones, un 18,86% menos.

En estos datos no se incluyen las subastas de letras realizadas, sino las de bonos y obligaciones, así como las emisiones por sindicación. "Coincide que Francia y Alemania, serán, según nuestras expectativas, los que más vayan a elevar sus emisiones respecto al año pasado, con 197.000 y 217.000 millones de euros, respectivamente", explica Silvio Peruzzo, economista de Royal Bank of Scotland (RBS).

Los expertos de RBS esperan que sólo en la eurozona, las emisiones de deuda pública se eleven un 3,7% en el ejercicio respecto al 2009, hasta los 969.000 millones de euros. Según previsiones del Gobierno español, el importe bruto que lanzará el Tesoro este año (si se incluyen letras) se situará en niveles similares a los de 2009, es decir, 225.000 millones.

"Esperamos que el 32% de la deuda estimada para 2010 se emita en el primer trimestre del año. Los gobiernos han acelerado sus emisiones porque las condiciones actuales de los mercados son muy diferentes a las que había en el primer trimestre de 2009, tras la quiebra de Lehman", añade Peruzzo.

De hecho, los tipos de interés permanecían en enero de 2009 en el 2,5% y no alcanzaron el 1% hasta mayo de ese año. Este movimiento ha arrastrado a la baja al midswap, referencia que se utiliza para las emisiones a tipo fijo. El índice ha pasado desde el 3,31%, en el que se situaba a comienzos de 2009, hasta el 2,555% actual.

No sólo los países periféricos, entre los que se encuentra España, están en el ojo del huracán del inversor. El 22/2/10, el diferencial de Reino Unido frente a Alemania superó los 100 puntos básicos. "El mercado de deuda es una bomba de relojería que, en algún momento, se puede activar", explica Miguel Ángel Bernal, coordinador de renta fija del IEB.

Reino Unido, en el club de los países con más riesgo soberano

"Puede que Reino Unido no forme parte de los pigs (acrónimo en inglés de Portugal, Italia, Grecia y España), pero sí está entre los stupid (España, Turquía, Reino Unido, Portugal, Italia y Dubái)".

Así presentó ayer Hugo Dixon, ejecutivo de la firma de información financiera Thomson Reuters, un debate sobre la situación de la economía británica, celebrado en la City londinense. (Expansión – 2/3/10)

Los presentes sonrieron al escuchar el juego de palabras sobre los países con mayor riesgo soberano, pero sin mucho entusiasmo. El temor a que Reino Unido sufra una crisis fiscal similar a la de Grecia pesa en el ánimo de los inversores, que en los últimos días han asistido a fuertes caídas de la libra frente al euro y el dólar.

Al mismo tiempo, la prima de riesgo de la deuda pública británica (diferencia de rentabilidad frente al bono alemán) ha subido y el coste de los bonos en el mercado ya es superior al de los españoles.

El coste para asegurarse ante el riesgo de impago del Gobierno británico (mediante la compra de credit default swaps, o CDS) también se acerca rápidamente al español. El 8 de febrero, los CDS españoles eran 72 puntos básicos más caros que los de Reino Unido. Ayer, la diferencia era sólo de 18 puntos.

Las agencias de calificación de deuda Moody䳠y Standard & Poor䳠han dado una tregua a la triple A de Reino Unido hasta las elecciones. Si el nuevo Gobierno no pone en marcha un plan creíble de austeridad, podrían rebajar la calificación del país. Pero algunos inversores creen que Reino Unido sufre problemas estructurales que no van a cambiar con unas elecciones.

Bill Gross, director general de Pimco (una de las principales gestoras), considera que los bonos públicos británicos están asentados en una base de "nitroglicerina", por la mezcla de "una elevada deuda con una progresiva devaluación de la moneda" y compara la situación fiscal de Reino Unido con la de Grecia, Portugal y España.

Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, ha salido al paso. "Reino Unido tiene varias ventajas sobre Grecia y otros países: Tenemos un consenso político sobre la necesidad de realizar ajustes para reducir el déficit público; el plazo de vencimiento de la deuda del Estado es más cómodo; la trayectoria histórica del país da confianza a los inversores; y al tener una moneda propia [la libra] hemos podido ajustar la economía".

Sin embargo, el mismo admite que los ajustes en el déficit público podrían tener que esperar a que la recuperación económica esté más asentada. El PIB británico, tras desplomarse un 6% en la crisis, recuperó un tímido 0,3% en el último trimestre de 2009.

Algunos analistas creen que Reino Unido podría volver a la recesión en los primeros meses de 2010. Ante esa incertidumbre, Bill Gross reitera que "no hay que confiar en ningún Gobierno y hay que verificar donde se invierte. La capacidad o impotencia de los políticos para reducir el déficit se está convirtiendo en un asunto de vida o muerte para los países más débiles, con consecuencias para los mercados de crédito y para el valor de los activos en todo el mundo".

En esa batalla, los británicos quisieran estar en la lista de los avanzados de la clase. Pero los inversores están empujando cada vez más a Reino Unido hacia el reino de los pigs.

Los inversores no confían en la "triple A" de la deuda británica

Financial Times reseña que el diferencial entre los intereses que deben pagar Gran Bretaña y Alemania ha aumentado de 0,35 a 0,90 puntos. Los intereses que debe abonar Gran Bretaña a quienes invierten en su deuda pública son sólo algo inferiores a los de Portugal. (Negocios.es – 1/3/10)

Los inversores parecen desconfiar ya de la calificación de triple A para la deuda pública soberana del Reino Unido, según informa el diario Financial Times. Desde finales de noviembre, señala el periódico, ha aumentado de 0,35 a 0,90 puntos la diferencia entre los intereses que deben pagar Gran Bretaña y Alemania a quienes han invertido en sus títulos de la deuda con vencimiento a diez años.

Los intereses que debe pagar el Reino Unido a los titulares de sus "gilts" están por encima de los que paga Italia por primera vez desde mediados del año 2008.

El Reino Unido tiene que pagar mucho más por el dinero que consigue en los mercados de capitales que otros países que tienen también la máxima calificación crediticia – AAA- como Alemania, Francia o Estados Unidos.

Los intereses que debe abonar Gran Bretaña a quienes invierten en su deuda pública son sólo algo inferiores a los de Portugal, la economía más débil de la zona del euro después de la griega.

Si bien Standard & Poor's, Fitch y Moody's han indicado que no tienen prisa para recalificar a la baja la deuda soberana británica, las tres agencias han dejado claro que el Reino Unido tiene que tomar medidas urgentes para evitar esa posibilidad.

Según el periódico, hay varias razones por las que Gran Bretaña ha logrado mantener hasta ahora su máxima calificación crediticia pese a la desconfianza de los mercados. La principal es que la deuda pública soberana de este país tiene un vencimiento mucho más largo que la de otros países.

Así, por ejemplo, Alemania tiene que refinanciar anualmente más o menos uno de cada seis euros de deuda pública mientras que Gran Bretaña tiene que refinanciar sólo una de cada catorce libras.

Eso significa que cuando se produce un incremento de los tipos de interés, los costos del servicio de la deuda británica aumentan más lentamente que en otros países.

La carga que supone el servicio de la deuda en relación con sus ingresos fiscales es también inferior a la de otros países europeos con menor calificación crediticia y la magnitud de la deuda pública británica está alineada con la de otras economías calificadas asimismo como triple A.

Alemania ultima un presupuesto con un déficit récord pero inferior al previsto

La comisión presupuestaria del Parlamento alemán ha aprobado los Presupuestos Generales del Estado para 2010, que contemplan el mayor endeudamiento de la historia de la República Federal de Alemania, aunque la cuantía sea finalmente menor a la prevista inicialmente. (El Economista – 5/3/10)

El erario, que será sometido a la aprobación del Parlamento a mediados de mes, prevé un déficit de 80.200 millones de euros, lo que supone una reducción de 5.600 millones de euros con respecto al borrador que presentó el ministro de Finanzas, Wolfgang Sch䵢le.

Pese a todo, el déficit duplica la cifra récord de 40.000 millones de euros que se alcanzó en 1996 durante la coalición de centro de derecha del canciller Helmut Kohl.

La deuda pública alemana suma casi 1,7 billones de euros en 2009

La deuda acumulada del Estado, los L䮤er y los ayuntamientos alemanes sumaba al acabar el año 2009 cerca de 1,7 billones de euros, anunció hoy la Oficina Federal de Estadística (Destatis) desde su central en Wiesbaden, en el centro del país. (Cinco Días – 11/3/10)

Según los cálculos provisionales de los expertos de Destatis, los números rojos de las distintas arcas públicas sumaban a finales del pasado año 1.692.200 millones de euros, lo que supuso un aumento del 7,1% o 112.700 millones de euros frente a 2008.

Asimismo subrayaron que se trata del segundo mayor incremento anual de la deuda pública en la historia de Alemania Federal después del registrado en 1995, año en que aumentó en 170.700 millones de euros.

Sin embargo, en aquellas fechas el incremento del endeudamiento público tuvo carácter excepcional, ya que le fueron sumados gastos extraordinarios derivados del proceso de reunificación del país como las deudas de la Sociedad Fiduciaria, responsable de gestionar el patrimonio de la ya extinta República Democrática Alemana.

El informe señala que las deudas del Estado aumentaron en 2009 en 68.100 millones de euros o un 6,9 por ciento hasta alcanzar 1.053.800 millones de euros y que incluyen la deuda derivada de las medidas y programas acordados por el gobierno para afrontar la crisis financiera y económica.

En el caso de los L䮤er, los 16 estados federados alemanes, su endeudamiento aumentó en 2009 en 41.400 millones de euros o un 8,5 por ciento hasta sumar 526.300 millones de euros.

Finalmente, Destatis, que espera contar con cifras definitivas a mediados de 2010, señaló que los ayuntamientos y municipios alemanes incrementaron su deuda acumulada en un 3% o 3.200 millones de euros, hasta sumar 112.100 millones de euros.

Saltan las alarmas en EEUU: el déficit llega a 221.000 millones en el primer bimestre

El déficit público de Estados Unidos llegó en febrero (2010) a los 221.000 millones de dólares. Se trata de un valor récord que no tiene precedentes en la historia del país. Este agujero entre ingresos y gastos es "altamente insostenible", según el Tesoro. (Libertad Digital – 11/3/10)

"Es todo un récord, una cifra a la que no se había llegado antes", dijo una portavoz de dicho departamento. A comienzos del año pasado el Ejecutivo del presidente Barack Obama anunció un plan de recuperación económica que asignó a esta tarea un total de 787.000 millones de dólares.

Durante el mes pasado, el gasto gubernamental fue de 328.400 millones de dólares en tanto que los ingresos llegaron a 107.500 millones de dólares, según el informe del Tesoro.

Como resultado, el déficit superó en un 14 por ciento al de 193.800 millones de dólares, registrado en febrero del año pasado, señaló.

La revista BusinessWeek indicó que las cifras demuestran que el déficit fiscal de 2010 superará al de 1,4 billones de dólares, registrado en el año fiscal que terminó en septiembre pasado.

Por otra parte, el déficit correspondiente a los cinco primeros meses del actual año fiscal ascendió a 651.600 millones de dólares, cifra que se compara con el saldo negativo de 328.400 millones de dólares en el mismo período del año anterior.

En una declaración ante un Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, manifestó que el déficit es "altamente insostenible", pero agregó que está ayudando en la recuperación de la economía.

La triple "A" de EEUU, en peligro, si no adopta medidas fiscales contundentes

La máxima calificación crediticia de Estados Unidos, la triple "A" corre peligro a menos que el país adopte un plan creíble a medio plazo para frenar el elevado gasto fiscal, según informaciones del Financial Times. La advertencia proviene de la agencia Standard & Poor's quien ha dicho que existe riesgo a que "acreedores externos puedan reducir su holdings en dólares, especialmente si concluyen que los miembros de la zona europea están adoptando políticas económicas más duras". (El Economista – 11/3/10)

Según el diario, si esto sucede podría socavar el estatus del dólar como reserva mundial de divisas, lo que pesaría sobre máxima calificación crediticia del país, sin que ello derive irremediablemente en la pérdida de la triple "A".

EEUU y Reino Unido podrían perder la triple A, según Moody䳼/font>

Estados Unidos y Reino Unido se han acercado "sustancialmente" a un punto en el que podrían perder la máxima calificación crediticia, la triple "A", debido al incremento de los costes que ha experimentado su deuda, según ha advertido Moody䳠en un informe. (El Confidencial – 15/3/10)

Los gobiernos de ambas economías deberían reequilibrar sus cuentas públicas para reducir su deuda sin dañar la recuperación económica por una retirada de los estímulos demasiado pronto, según ha explicado Pierre Cailleteau, director de Riesgo Soberano de Moody䳠en Londres, a Bloomberg.

"Esperamos que la situación se deteriore más en los aspectos que se utilizan para calcular el rating antes de que se estabilicen", afirma Cailleteau. "La historia no terminará a finales de año, hay una inercia en el deterioro de los indicadores", considera el experto, que asegura que "las economías se vieron atrapadas en la crisis en un momento en el que tenían un alto endeudamiento".

Estados Unidos será el "más afectado" de los dos en un posible escenario adverso, según Cailleteau. La semana pasada otra agencia, Standard & Poor䳠ya dijo que la triple "A" del país norteamericano corría peligro a menos que adoptase un plan creíble a medio plazo para frenar el elevado gasto fiscal.

Estados de riesgo (Expansión – 17/3/10)

Lectura recomendada

(Por Nouriel Roubini)

La Gran Recesión del período 2008-2009 fue desencadenada por una excesiva acumulación de deuda y apalancamiento por parte de las familias, las entidades financieras e, incluso, el sector empresarial en muchas economías avanzadas. Mientras que se habla mucho de desapalancamiento a medida que la crisis va remitiendo, la realidad es que la deuda del sector privado se ha estabilizado en niveles muy altos.

En cambio, a consecuencia del estímulo fiscal y la socialización de parte de las pérdidas del sector privado, ahora hay un reapalancamiento en masa del sector público. Se ven déficit de más del 10% del PIB en muchas economías avanzadas y se espera que los coeficientes entre deuda y PIB aumenten marcadamente… en algunos casos, hasta duplicarse en los próximos años.

Como demuestra el nuevo libro de Carmen Reinhart y Ken Rogoff, This Time is Different ("Esta vez es diferente"), semejantes crisis en los balances generales han originado históricamente recuperaciones lentas, anémicas e inferiores a la tendencia normal durante muchos años. Los problemas de la deuda soberana son otra posibilidad nada despreciable, en vista del reapalancamiento en masa del sector público.

En los países que no pueden emitir deuda en su propia moneda (tradicionalmente, las economías con mercados en ascenso) o que emiten deuda en ella, pero no pueden acuñar moneda independientemente (como en la zona del euro), los déficit fiscales insostenibles provocan con frecuencia una crisis crediticia, una quiebra soberana u otra forma coercitiva de reestructuración de la deuda pública.

En países que reciben préstamos en su propia moneda y pueden monetizar la deuda pública, una crisis de deuda soberana resulta improbable, pero la monetización de los déficit fiscales puede llegar a provocar una inflación elevada y la inflación es -como la quiebra- un impuesto sobre el capital de los titulares de deuda pública, pues reduce el valor real de las obligaciones nominales con tipos de interés fijos.

Así, los recientes problemas afrontados por Grecia son sólo la punta del iceberg de la deuda soberana en muchas economías avanzadas (y un número menor de mercados en ascenso). Los "grupos de autodefensa" de los mercados de bonos ya han puesto su mira en Grecia, España, Portugal, Reino Unido, Irlanda e Islandia, con lo que han provocando un aumento de los réditos de los bonos estatales. En su momento, pueden poner el foco en otros países -incluso Japón y Estados Unidos- en los que la política fiscal siga un camino insostenible.

En la mayoría de las economías avanzadas, las poblaciones de más edad -problema grave en Europa y Japón- exacerban el problema de la sostenibilidad fiscal, pues la disminución de los niveles de población aumenta la carga de las responsabilidades no financiadas del sector público, en particular los sistemas de seguridad social y asistencia de salud. Un aumento bajo o negativo de la población entraña un posible crecimiento económico menor y, por tanto, una dinámica deuda-PIB peor y graves dudas en aumento sobre la sostenibilidad de la deuda del sector público.

Consolidación y recesión

El dilema estriba en que, mientras que la consolidación fiscal es necesaria para prevenir un aumento insostenible del número de bonos soberanos, los efectos a corto plazo del aumento de los impuestos y de la reducción del gasto del Estado suelen causar una contracción, lo que también complica la dinámica de la deuda pública e impide el restablecimiento de su sostenibilidad. De hecho, ésa fue la trampa que afrontó Argentina en el período 1998-2001, cuando la necesaria contracción fiscal exacerbó la recesión y, con el tiempo, provocó la quiebra.

En países como los miembros de la zona del euro, una pérdida de competitividad exterior, causada por una política monetaria restrictiva y una moneda fuerte, la erosión de la ventaja comparativa a largo plazo respecto de los mercados en ascenso y un aumento de los salarios superior al de la productividad imponen limitaciones suplementarias a la reanudación del crecimiento. Si no se recupera el crecimiento, los problemas fiscales empeorarán, al tiempo que dificultarán más la aplicación de las dolorosas reformas necesarias para restaurar la competitividad.

Entonces puede crearse un círculo vicioso de varios déficit de deuda pública, desfases de la cuenta corriente, empeoramiento de la dinámica de la deuda externa y estancamiento del crecimiento, lo que, con el tiempo, puede provocar una quiebra de la deuda externa y del sector público de los miembros de la zona del euro, además de la salida de la Unión Monetaria por parte de las economías frágiles que no puedan ajustarse ni reformarse con suficiente rapidez.

"Rescates" insuficientes

La aportación de liquidez por un prestador internacional de último recurso -el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional o, incluso, un nuevo Fondo Monetario Europeo- podría prevenir que un problema de falta de liquidez se convirtiera en un problema de insolvencia, pero, si un país es efectivamente insolvente y no sólo carente de liquidez, semejantes "rescates" no pueden impedir una quiebra y una devaluación, tarde o temprano, (o la salida de la Unión Monetaria), porque el prestador internacional de último recurso dejará en algún momento de financiar una dinámica de deuda insostenible, como ocurrió en Argentina (y en Rusia en 1998).

El saneamiento de una elevada deuda del sector privado y la disminución de los coeficientes de deuda pública tan sólo mediante el crecimiento resulta particularmente difícil, si una crisis de balances generales provoca una recuperación anémica y la reducción de los coeficientes de deuda mediante el aumento del ahorro se presta a una paradoja: la de que un aumento demasiado rápido de los ahorros ahonda la recesión y empeora los coeficientes de deuda. A fin de cuentas, la resolución de los problemas planteados por el apalancamiento del sector privado mediante la socialización de las pérdidas privadas y el reapalancamiento del sector público es arriesgada.

En el mejor de los casos, habrá que aumentar impuestos, tarde o temprano, y reducir gasto, con su consiguiente efecto negativo en el crecimiento; en el peor, el resultado puede ser impuestos directos sobre el capital (quiebra) o indirectos (inflación).

Se deben resolver los problemas que plantea la deuda privada insostenible mediante quiebras, reducciones de la deuda y conversión de ésta en acciones. En cambio, si se socializan demasiado las deudas privadas, las economías avanzadas afrontarán un futuro sombrío: graves problemas de sostenibilidad con su deuda pública, privada y extranjera, junto con perspectivas muy poco prometedoras de crecimiento económico.

(Profesor de Economía en Stern School of Business de la Universidad de Nueva York y presidente de Roubini Global Economics)

– La política de Obama acrecienta las dudas sobre la solvencia de EEUU (Libertad Digital – 23/3/10) Lectura recomendada

Como toda familia o empresa sabe, gastar por encima de tus posibilidades es una práctica peligrosa e imprudente que inevitablemente suele traer problemas. Y hacer esto durante un periodo de tiempo relativamente largo es la receta perfecta para el desastre financiero.

(Por Ángel Martín)

El sector privado tiene estos acontecimientos muy recientes, y debería grabar estas lecciones con fuego, porque es precisamente lo que sucedió en la fase expansiva del ciclo.

Ahora, y ya desde que la crisis económica se hiciera realidad, empresas y familias tratan de ajustarse como pueden a las circunstancias financieras reales, que estaban bastante lejos de las expectativas y ficciones sobre las que actuaban, consumiendo y endeudándose masivamente.

Sin embargo, las cosas con las finanzas gubernamentales son un poco diferentes, al menos para países como Estados Unidos, como muestra el hecho de que pueda tener una deuda creciente año a año y déficits públicos casi permanentes en las últimas décadas (ver gráficos).

Evolución de la Deuda del gobierno federal estadounidense bruta desde 1970 hasta 2000, en miles de millones de dólares

Deuda pública total, incluida la de las agencias federales, hasta 2010

Pero en última instancia, las restricciones sobre la expansión de la deuda y los desmanes fiscales existen, y éstos se manifiestan en los riesgos de impago de la deuda soberana. La capacidad que los gobernantes tienen para endeudar masivamente a una economía parece ser menor de la que les gustaría a ellos.

Aunque, indudablemente, el sistema fiduciario actual amplía notablemente esta capacidad, permitiéndoles una manga ancha que otros sistemas como el patrón oro no permiten. Con todo, lo cierto es que los estados también quiebran, como se ha analizado desde este periódico.

Esta es la realidad que transmiten Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart en un estudio del National Bureau of Economic Research, donde se muestra que las crisis financieras más importantes de los últimos ocho siglos se han llevado por delante a países enteros. En otras palabras, que las quiebras bancarias suelen derivar, históricamente, en suspensión de pagos por parte de Estados y elevada inflación.

Russell Roberts, economista y profesor de la Universidad George Mason, afirmaba en una conferencia del pasado diciembre que Estados Unidos ya no puede afirmar que su riesgo de default (impago) sea nulo, si bien éste sigue siendo muy bajo.

Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York y director del prestigioso portal Roubini.com, ha alertado en más de una ocasión acerca del enorme aumento de la deuda pública norteamericana, y habla de riesgos en la deuda soberana e insostenibilidad. Aunque su punto de mira está en los países más débiles de la periferia Europea (obviamente Grecia, junto a Irlanda y España), advierte sobre países como Reino Unido e, incluso, la primera potencia mundial.

Y estas advertencias no son para menos, dado que la Administración Obama parece empeñada en superar todos los records históricos referentes al gasto y déficit públicos. No en vano, ante los últimos datos de déficit conocidos en EEUU, el mismo secretario del Tesoro, Tim Geithner, ha reconocido que son "altamente insostenibles". El gráfico de la siguiente página ilustra bien esta realidad, con una línea que parece no encontrar suelo.

En este contexto se sitúan las advertencias del Servicio de Inversores de Moody"s, una de las tres agencias de calificación (rating) a nivel mundial. Esta entidad, según informa Christian Science Monitor, ha alertado a EEUU de que si no acomete reducciones significativas en su gasto público, existirán riesgos de perder la máxima calificación de su deuda (triple A); calificación que ha permitido en primer lugar su masivo endeudamiento y su posición de país más seguro y fiable del mundo.

El máximo estatus y seguridad de la deuda pública norteamericana podría estar en duda si Obama mantiene su actual política fiscal. La alerta de Moody"s supone una importante señal para los inversores. Lo que pocos años atrás sólo habían podido llegar a imaginar lunáticos y catastrofistas económicos, ahora ya no se descarta. La crisis actual ha traído consigo cambios de una magnitud que pocos podían prever. Para algunos analistas, el mundo económico y financiero que ha perdurado después de la Segunda Guerra Mundial ha tocado a su fin.

Efectos de la degradación de EEUU

Las consecuencias que podría generar una degradación de la calidad de los bonos del Tesoro norteamericano serían serias e importantes. En primer lugar, sería una señal inequívoca de que EEUU ya no es el país más seguro para invertir el dinero, lo que minaría su capacidad para atraer capitales y recibir la financiación exterior que tanto necesita. A buen seguro limitaría su capacidad de endeudamiento público, obligando a recortes drásticos en el gasto.

En segundo lugar, muy probablemente, los inversores, por el aumento del riesgo, exigirían mayores tipos de interés para los bonos, lo que incrementaría el coste de la deuda pública, generando así mayores impuestos futuros y, en el peor de los casos, una espiral alcista de la deuda pública -debido a sus mayores intereses- que sería muy difícil frenar. Ello podría generar el incentivo al Gobierno de tratar de rebajar de cualquier forma disponible la deuda pública. Una de estas formas es la de recurrir a la inflación, lo que traería importantes riesgos.

No obstante, Moody"s matizó que su alerta no significa que vaya a rebajar la calidad de la deuda americana, o que tenga perspectivas de hacerlo. La calificación de triple A de todos los gobiernos está bien asentada, aseguraban. Por ello, aún puede ser pronto para caer en escenarios demasiado pesimistas.

Pero el toque de atención de la agencia de calificación al Gobierno de Obama es claro: cuidado con lo que hacéis con las cuentas públicas. De seguir así, podemos llegar a rebajaros la calificación. Queda por ver qué es lo que hará la Administración norteamericana para calmar estas preocupaciones. De momento, no parecen encaminados a reducciones sustanciales del gasto, y siguen prometiendo mejoras y aumentos en los "gastos sociales" relacionados con el Estado del Bienestar.

El caso de la reforma sanitaria es uno de los más importantes. De hecho, en parte ha sido concebida por sus defensores como una reforma que contribuirá a reducir los costes de la sanidad, y así aliviar las dificultades de las finanzas públicas. Pero lo cierto es que existen dudas acerca de que realmente vayan a conseguirlo, como sostiene William Anderson.

En efecto, este economista afirma que "dado que esta medida impone nuevos mandatos y requerimientos, va a aumentar los subsidios de los servicios médicos y ordena a las compañías de seguros a cubrir a los solicitantes independientemente de su estado de salud a uno se le hace difícil encontrar los ahorros en costes".

Está por ver si el Gobierno Obama será capaz de poner bajo control la deuda pública estadounidense, implementando los recortes de gasto y reformas que sean necesarias. Para Bill Bonner, editor del newsletter financiero The Daily Reckoning, esto se presenta muy complicado. La razón principal es que "la mayor parte del déficit no viene por las reacciones de emergencia a la crisis financiera", sino que se debe a "programas (públicos característicos del Estado del Bienestar, como el Medicare y Medicaid en el cuidado sanitario) que ya estaban funcionando antes de que sucediera la crisis".

Es decir, a pesar de las políticas fiscales discrecionales de Obama, una parte importante de este déficit ya venía de atrás, pero era camuflado por unos boyantes ingresos fiscales característicos de una fase expansiva. Una parte de la responsabilidad también habría que buscársela a la expansión del Estado que ha llevado a cabo el ex presidente George W. Bush.

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